La historia de los panellets y otros dulces «santos»

En el Horno de San Onofre vivimos cada estación con pasión pero el otoño y el invierno son épocas ideales para endulzar el paladar. Nuestro cuerpo con el frío busca abrigo y alegría y qué mejor que un buen dulce para cubrir ambas necesidades. La festividad de Todos los Santos marca la entrada de lo que conocemos como estación fría.

Nuestros antepasados rememoraban a los difuntos para llenarse de energía. Hoy hemos sustituido ese recuerdo espiritual por dulces tan nutritivos como los huesos de santo y los panellets (basados en la almendra o el mazapán) o los famosos buñuelos de viento que tienen algo más que aire en su interior.

Para explicar el significado de muchos de nuestros alimentos debemos remontarnos a las civilizaciones prerromanas. Aunque muchos no puedan creerlo, el origen de la mayoría de estos yantares está en la antropofagia y no por canibalismo sino que se hacía para recuperar la energía de los que vivían y así recordar a los muertos.

Este tipo de costumbres se han sustituido por otro tipo de conmemoración; ahí es cuando aparecen los frutos secos como ingrediente esencial de los panellets o los huesos de santo. Y, ¿por qué los frutos secos? Porque se trata de uno de los alimentos que contienen más energía y, por tanto, un manjar reconstituyente.

Así las almendras, los piñones y las castañas se convierten en una ofrenda a los difuntos…¡acompañados siempre de pan! A partir de esa combinación nacen los panellets. Los Països Catalans son los primeros en conocer el azúcar y, por tanto, los que se adelantan en desarrollar la repostería. Es en los siglos XVIII y XIX cuando la pastelería introduce a estos dulces «santos» nuevos sabores como el café, el cabello de ángel, la fresa o el chocolate.

Como señalábamos anteriormente, una variación del panellet es el hueso de santo que tiene prácticamente los mismos ingredientes, dándose por primera vez en Aragón.

Así que para rememorar a nuestros antepasados y cargarse de energía, qué mejor que acercarse a El Horno de San Onofre y llevarse algunos (o todos) los dulces…¡santos!

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Delicias artesanales que cautivan tus sentidos, elaboradas con tradición y pasión.

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